Respirar nos mantiene con vida, dejar de hacerlo se convierte en la peor de las pesadillas para las personas que sufren apnea-hipopnea del sueño, una patología que deja sin respiración durante más de 10 segundos entre a un 5 y un 9 por ciento de la población, en episodios que pueden repetirse hasta en más de 30 ocasiones durante la noche. El CPAP es el tratamiento que mantiene más tiempo con vida a estos pacientes.
Cuando no se puede descansar, el día y la noche son una completa pesadilla, pero ¿qué les ocurre a las personas que padecen la apnea-hipopnea del sueño? Mientras duermen, sus vías respiratorias se bloquean interrumpiendo el paso del aire. Entonces, sufren pequeños despertares acompañados de ronquidos que para ellos pasan desapercibidos, aunque no para sus parejas, los primeros en percibir los síntomas.
La apnea-hipopnea del sueño no afecta por igual a ambos sexos: “Del 4 al 6 % en hombres y del 2 al 4 % en mujeres, ambos en edad adulta”. Sin embargo, según destaca la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), existen entre 1.200.000 y 2.150.000 individuos afectados que son subsidiarios de tratamiento, tan solo un porcentaje entre un 5 y 9 por ciento del total de enfermos.
Polisomnografía para su diagnóstico
Aunque roncar en exceso y la somnolencia durante el día son señales que alertan la aparición de la apnea del sueño, su diagnóstico se realiza a través de la polisomnografía o la poligrafía respiratoria, que pueden realizarse en el hospital o en el domicilio.
Para estudiar los patrones del sueño, la polisomnografía se realiza por la noche, aunque también durante las horas de sueño normal de, por ejemplo, un trabajador con turnos de noche. En la prueba, se colocan electrodos en la barbilla, cuero cabelludo y el borde externo de los párpados, y se mide el tiempo que el paciente tarda en dormirse, en entrar en el sueño REM y el número de veces que deja de respirar. De esta forma, los médicos pueden establecer el índice de apnea e hipopnea que indica la gravedad del síndrome.
El sobrepeso, el tabaco, o el alcohol son los principales factores de riesgo
Los factores de riesgo de la apnea del sueño son el sobrepeso, la edad, el tabaco, el consumo de alcohol en las horas vespertinas, los sedantes y los tranquilizantes. “Es por esto que para prevenir este trastorno respiratorio es fundamental adoptar hábitos saludables como una dieta equilibrada, evitar el sobrepeso, hacer ejercicio físico de forma regular, abandonar el tabaco y evitar el alcohol”, recomienda el Dr. Egea, Coordinador en el Área de Trastornos Respiratorios del Sueño de SEPAR.
El paciente tipo suele ser un varón con sobrepeso, roncador y mayor de 65 años. De hecho, la apnea del sueño ha aumentado en todo el mundo por el incremento de la obesidad.
CPAP, el tratamiento más eficaz
En los casos de apnea relevante, se aconseja el tratamiento con un aparato de presión positiva continua en la vía aérea, CPAP. Este dispositivo se utiliza mientras se duerme y mediante una mascarilla “sopla” aire a presión positiva y continua para que las vías respiratorias se mantengan abiertas y no se produzcan paradas respiratorias.
El tratamiento con CPAP, si bien no es curativo, tiene un 98% de eficacia pero necesita de un periodo de adaptación para acostumbrarse a dormir con la mascarilla. Según los especialistas, tiene un efecto rápido que hace desaparecer los ronquidos y la somnolencia.
Según explica el doctor Nicolás González Mangado, “el CPAP disminuye el riesgo de sufrir accidentes de tráfico, parece reducir las cifras de presión arterial en gran porcentaje de pacientes, y disminuye las consecuencias cardiovasculares y cerebrovasculares y la mortalidad.
Como muestran diferentes estudios, el tratamiento es eficaz si se administra, al menos, durante dos años, ya que al mantener estable el coste, el beneficio aumenta con los años, y supone un coste-ahorro durante 13 años de tratamiento.
Consecuencias
La apnea del sueño puede tener consecuencias de siniestralidad laboral o de accidentes de tráfico. De hecho la Dirección General de Tráfico estima que hasta 3.500 conductores se han visto implicados en accidentes motivados por las distintas patologías del sueño.
En concreto la apnea del sueño puede llegar a triplicar el riesgo de tener un accidente en carretera. También son muy importantes los efectos físicos derivados de la hipoxia, la bajada de los niveles de oxígeno en sangre y en otros órganos debido a las paradas respiratorias.
Estos efectos se relacionan con enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial, la trombosis cerebral, la angina de pecho o el infarto de miocardio, y más recientemente con una mayor asociación al cáncer, como especifica el Libro Blanco de la Neumología en España publicado por SEPAR.